viernes, 25 de mayo de 2012

Hola, mundo cruel

La crueldad se esconde hoy bajo el lenguaje falseado del poder económico y su rémora, el poder político. Términos escogidos a la medida de la sinvergonzonería de los poquitos que manejan el cotarro. La primera acepción de “cruel” de la R.A.E. nos dice lo siguiente: “Que se deleita en hacer sufrir o se complace en los padecimientos ajenos”. Se ha empleado certeramente para explicar la crisis financiera global la metáfora del casino, en el que, ya se sabe, siempre gana la banca. Se tienen que estar riendo un Rato, aquí ya llevan cuatro años de risas y le están cogiendo el gusto. La broma macabra es que se nos presente este Mr. Marshall con su proyecto Eurovegas bajo el brazo vendiéndonoslo como el próximo Tónico Revitalizante Simpson e Hijo. En nuestro último programa hablamos de diversas obras de distinta naturaleza, que nos acercan al tristemente contemporáneo fenómeno de la crueldad.

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Extracto de Daños colaterales, de Zygmunt Bauman:

He aquí una idea espeluznante: ¿no ayudó el Katrina a la mórbida industria de eliminación de desechos humanos en su desesperado intento por lidiar con las consecuencias sociales que acarrea la producción globalizada de “población redundante” en un planeta superpoblado? ¿No fue esa ayuda una de las razones por las que no se sintió con fuerza la necesidad de despachar tropas hacia la zona afectada, hasta que se quebró el orden social y se avizoró la perspectiva de que se produjeran disturbios sociales? ¿Cuál de los “sistemas de alerta temprana” señaló la necesidad de desplegar la Guardia Nacional? La idea es por cierto degradante y terrorífica; uno la desecharía con gusto por injustificada o descabellada si la secuencia de acontecimientos la hubiera vuelto menos creíble de lo que era. Las bajas se tildan de “colaterales” en la medida en que se descartan porque su escasa importancia no justifica los costos que implicaría su protección, o bien de “inesperadas” porque los planificadores no las consideraron dignas de inclusión entre los objetivos del reconocimiento preliminar. En consecuencia, los pobres, cada vez más criminalizados, son candidatos “naturales” al daño colateral, marcados de forma permanente, tal como indica la tendencia, con el doble estigma de la irrelevancia y la falta de mérito.

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La crueldad, de Luis García Montero:

No es el cuchillo que por fin nos mata,
sino la espera fría de su hoja en la piel,
el tiempo sucio y duro,
los plazos del temor, porque la muerte
suele afilar sus armas
en el miedo cortante de la víctima.

No es el tener que irme,
ni es el amor vivido en dos ciudades,
sino la cuenta atrás de los últimos días,
la mala noche que pasea
su cuchillo de dudas en el pecho,
y después la mañana rencorosa,
el desilusionado rencor de los kilómetros
que me van separando una vez más,
por la M-30,
como la uña de la carne.

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Cruel world, primer single de Born Villian, el regreso de Marilyn Manson, a quien podremos ver en directo en España el día 21 de Julio en el festival Costa de Fuego (en Benicàssim)

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José Ovejero es el Premio Anagrama de Ensayo por La ética de la crueldad, nos enseña que hay una crueldad que "no satisface el morbo del espectador ni corteja sus valores, sino que lo confronta con sus hipocresías, sus miserias, sus mezquindades".

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Tráiler oficial de Los Juegos del Hambre. La obra de Suzanne Collins y su adaptación al cine por Gary Gross está causando sensación. El cruel planteamiento de la película parte de un evento anual televisado por el gobierno, que selecciona al azar un niño y una niña de entre 12 y 18 años de cada uno de los doce distritos de los alrededores del Capitolio para hacerlos competir en una batalla televisada, y en la que sólo uno podrá sobrevivir. ¿Película o novela? Lea el artículo Los Juegos del Hambre (novela frente a película), por Mariano Velasco

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Artículo sobre Marcel Dzama en RTVE. El próximo 1 de junio Metrópolis se encargará de la figura del artista canadiense, quien ha declarado en más de una ocasión que estar continuamente escuchando noticias sobre guerras, violencia y muerte ha acabado por influir en su obra. Su muestra Con razón o sin ella se podrá visitar en el CAC de Málaga hasta el próximo 17 de junio

En nuestro podcast más cruel entrevistamos a José Ovejero, Mariano Velasco y Fernando Francés, director y comisario del CAC de Málaga.







lunes, 21 de mayo de 2012

Elogio de José Luis Gutiérrez

Teníamos acordado vernos hoy mismo cuando un amigo de El Mundo me transmitía la noticia: "Ha muerto José Luis Gutiérrez". Pensé en la frase de Gabo cuando le informaron del fallecimiento de Julio Cortázar: “No te creas todo lo que aparece en los periódicos”. Era, como el autor de Rayuela, altísimo y corpulento, tierno, acogedor y bienhumorado. Apasionado, brillante, batallador, indoblegable, entusiasta, divertido. Enamorado del cine. De Frank Sinatra, del que decía que, como Plácido Domingo, era el único “capaz de cantar como hablaba”. Y del jazz. Jazz Age fue el nombre que escogió, en referencia al libro de cuentos de Scott Fitzgerald, para la columna semanal de El Mundo. Esta sustituía -a su pesar-, a la celebrada Erasmo. Sus columnas fueron, cito el título de un libro reciente, letales como un solo de Charlie Parker. En ellas hacía gala de un estilo único y original, en el que iba tejiendo sus tesis con las más dispares referencias. En la última columna que nos lega, por ejemplo, titulada Elucidario de la indignación, y que trata sobre las luces y sombras de algunos de los autoproclamados portavoces de los indignados, cita entre otros a Stéphan Hessel, Marx o Bruce Springsteen. También a su admiradísimo Enrique Tierno Galván, el viejo profesor, del que recordaba su frase “No se puede ser de izquierdas y millonario al mismo tiempo”, que ya citara no hace mucho en un artículo clarificador sobre lo perdido que anda el auténtico pensamiento progresista en nuestro país. Me mencionó la idea de un libro sobre la refundación del socialismo español como otro de sus proyectos en los que quería embarcarse. Acababa de editar el libro Cambio 16, la historia de la mítica revista de la Transición de la que fue Jefe de Sección, Redactor-Jefe y Subdirector.

Rebosaba de ideas, de ilusión, de espíritu crítico. José Luis desenmarañaba el nudo entre la compleja realidad y la interesada actualidad bajo el tamiz de “pequeñas piezas maestras de voces múltiples y textualidad cruzada”, tal y como define sus columnas el filósofo Eugenio Trías en el prólogo del libro de Gutiérrez Erasmo. Censores, inquisidores y maledicentes. El ejemplo del humanista holandés autor del Elogio de la locura, perseguido defensor como él de la libertad de pensamiento y de una idea de Europa Unida, fue lo que impulsó al ex director de Diario 16 a emplear su nombre como pseudónimo.

Afrontaba con su natural fuerza lo que consideraba una de sus tareas pendientes: conseguir derogar la Ley de Prensa de Franco aun vigente, la que tantos quebraderos de cabeza le dio con el caso Hassan II, una información cierta que ni siquiera publicó él y por la que le condenaron, uno por uno, todos los tribunales españoles hasta que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos le dio la razón en 2010 y anuló todas las sentencias condenatorias. En el último número de Leer dedicaba su Carta del Editor, titulada Saqueadores de la libertad de Prensa, a defender enérgicamente, como no sabía hacer de otro modo, la libertad de Prensa cuyo Día Mundial se celebró recientemente. Recordaba a los informadores asesinados este año y decía que “la censura, la mordaza y la persecución e la Prensa libre no son más que variantes de los procedimientos para asesinar informadores”. Por muy exagerado que sonara aquello que decía de que él era el único periodista independiente de España, si alguien que podía presumir de independencia, ese era él. Su muerte deja al periodismo huérfano, porque si de algo necesita la profesión en estos momentos difíciles es de, por encima de todo, buenos periodistas. Al eslogan escogido por la APM y la FAPE para protestar por los males de la profesión -“Sin periodistas no hay democracia”-, él, tras calificarlo de “espurio, sindicalista”, proponía: «Sin libertad de prensa, real y efectiva, ni hay democracia ni hay periodismo».

Siempre recordaré la bronca que me echó cuando a principios de este año cuando, ante el goteo continuo de cierres de medios de comunicación, le confesé mi desánimo y reaccionó con una vehemencia tremenda, recordándome las dificultades que él se encontró de joven, la muerte de su padre cuando tenía 15 años o su pasado de obrero metalúrgico en Altos Hornos en el País Vasco y en Cataluña. “¡Forza!”, animaba con su voz bronca que, como ha escrito el periodista Luis del Val, “no parecía la más adecuada para los susurros de las cancillerías y antesalas del poder”. Esto respondía en un encuentro digital de Elmundo.es cuando le preguntaron qué le recomendaría a un joven periodista para que no tirase la toalla: "que, si la tira, la vuelva a recoger. El periodismo es una profesion bellísima, que te permite vivir intensamente, por ahi anda la frase de uno de los gurus americanos, según lacual, el periodismo le permite al periodista vocacional y entusiasmado con su tarea no abandonar nunca la adolescencia, con todo lo que implica la palabreja. Pero, sin duda, es una pulsión rejuvenecedora, que , bien encauzda, libera en el individuo los impulsos más nobles y desinteresados del ser humnano, el sentido de la justicia, las ansias de aprender, la idea solidaria de defender a los más debiles y sin voz, etcétera".

Fue precisamente el responsable de esa sección de encuentros, Custodio Pastor, quien me llevó hasta él en diciembre de 2010, algo por lo que siempre le estaré agradecido. He tenido la inmensa fortuna de conocerle y de aprender de él. En el artículo de portada del último número de Leer sobre los 100 años de Campos de Castilla, Javier Huerta Calvo citaba a Antonio Machado, que sobre sí mismo algo que vale para Guti: “y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno”. Era un verso de Retrato, poema que finalizaba diciendo: “Y cuando llegue el día del último viaje,/ y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,/ me encontraréis a bordo ligero de equipaje,/ casi desnudo, como los hijos de la mar”. Así partió José Luís Gutiérrez, con la independencia sin concesiones, la defensa acérrima de la libertad, la bonhomía y un extraordinario talento periodístico como los únicos vientos que eran capaces de moverle en su incansable búsqueda de la verdad, aguantando siempre el palo de su vela de manera admirable.

En el homenaje que le brindaron el año pasado destacadas personalidades y amigos del Derecho, la Política y la Cultura el Ateneo por su victoria en Estrasburgo, volvía a hacer suya esta frase de El viejo y el mar, de Ernest Hemingway: “El hombre puede ser destruido, pero no vencido”. Siempre te tendré por ejemplo de lo que es ser un periodista.

Gracias por llamarme amigo y buen viaje, maestro.

alberto sánchez medina