miércoles, 28 de diciembre de 2011

Sin ton ni Toisón

Harían bien los mandatarios europeos -incluyendo Sarkozy, último en recibir el galardón- en visitar la exposición La orden del Toisón y sus soberanos que inauguró en Madrid el rey Juan Carlos el pasado 1 de diciembre en la Fundación Carlos de Amberes. La crisis económica europea, pero sobre todo su crisis de identidad, nubla el destino de los valores universales de libertad, igualdad y fraternidad con que el mundo identifica a la Unión Europea. Ante la total falta de ideas y voluntades políticas que hagan progresar Europa, bien vale la pena una regresión histórica, con motivo de algo tan cargado de simbolismo como una condecoración.

Nada tan europeo como la historia del viaje del héroe, en este caso una de las más antiguas, la de Jasón y los Argonautas en busca del vellocino de oro. Jasón quiere recuperar el trono que le pertenece por derecho propio, arrebatado por su tío Pélias a su padre. Cuando Jasón se presentó ante Pélias, éste le preguntó: ¿qué harías si se te predijera que morirías por mano de uno de los tuyos? Jasón respondió: lo enviaría, primero, a una hazaña difícil que diera sentido a toda su existencia, por ejemplo, a buscar el famoso vellocino de oro. Pélias entendió que enviaba a Jasón a una muerte segura, pero el héroe regresó victorioso con el talismán después de un sinnúmero de obstáculos. Un lienzo de Erasmus Quellinus (en la imagen), discípulo de Rubens, nos muestra al héroe en el momento de conseguir su hazaña. El mito inspiró la creación de la Orden del Toisón de Oro, la más antigua solo superada por la orden de Jarreteras inglesa. La Orden fue fundada por Felipe el Bueno, Duque de Borgoña, en 1430, y nació en un principio para defender la religión católica. Su Jefatura y Soberanía pasó a los Reyes de Castilla, junto con el ducado de Borgoña, cuando Felipe I el Hermoso, hijo y heredero de María de Borgoña, se casó con la reina Juana I de Castilla.

Collares del Toisón del Rey Don Juan Carlos y del Duque de Wellington; pinturas de maestros como Cranach, Velázquez, Rubens, Carreño de Miranda, Pantoja de la Cruz, Velázquez, Goya, Ingres y la célebre pintora renacentista Sofonisba Anguissola, esculturas de Pompeo y Leone Leoni, tapices, códices, y armaduras de caballeros provenientes de la Armería Imperial de Viena y de la Real Armería de Madrid son algunos de los tesoros que hablan de la historia de la Insigne Orden. Se ha seguido un “criterio artístico y no estrictamente documental”, según explica la directora de comunicación de la Fundación, Beatrice Marcus. Para recibir el Toisón han sido elegidos por los 21 jefes y soberanos de la Insigne Orden, que se han sucedido a lo largo de 580 años de historia, un total de 1202 caballeros. La exposición da cuenta del origen, esplendor, crisis y refundación de la Orden, así como de sus solemnes símbolos y liturgias.

El martirio de San Andrés, del propio Rubens, preside la sala de la Fundación Carlos de Amberes. El maestro holandés pintó este lienzo para la Fundación por encargo del impresor Plantino, y ha pertenecido a la Fundación desde entonces. San Andrés, santo patrono de Borgoña y de la Orden del Toisón, está representado sobre la cruz en forma de aspa, emblema de los tercios de Flandes y del ejército español de aire, que además forma parte del escudo del Rey. El vellocino de oro cuelga de piedras preciosas que forman las «B» entrelazadas de Borgoña y las llamas rojas que aluden a la divisa de las armas del duque de Borgoña: «Ante ferit quam flamma micet» («Hiere antes de que se vea la llama»). Una joya similar cuelga del pecho de Su Majestad el Rey en las grandes solemnidades. El aspa o cruz de San Andrés y el pedernal y sus chispas son los dos emblemas de la Orden y aparecen por doquier en preciosas armaduras como la de Carlos V niño de Seussenhofer o en ornamentos religiosos de todas las épocas.

Juan de Austria, héroe de Lepanto, Wellington y Bismarck han formado parte de esta institución a la que pertenecen todos los monarcas europeos actuales, el Rey de Arabia Saudita, el Emperador de Japón, destacadas personalidades como Adolfo Suarez, Víctor García de la Concha y Javier Solana y a la que ahora se suma el presidente de la República francesa, el citado Nicolás Sarkozy, quien recibió recientemente la dignidad por su labor frente al terrorismo. Frente a la versión austriaca, que continúa reservada en exclusiva a los defensores de la fe católica, el Toisón español ha sido concedido a partir de Fernando VII sin tener en cuenta la confesión religiosa de los designados. Desde entonces tampoco hay exigencia de linaje alguno, como decretaron las Cortes de Cádiz en relación con las restantes órdenes. Desde 1985 el Rey Juan Carlos ha incluido en la orden a las mujeres, al imponer el collar a las reinas Beatriz, Margarita e Isabel. Hasta entonces el único antecedente femenino era el de la reina Isabel II, quien a partir de 1883 había tenido el collar como jefa y Soberana de la Orden.

Se ha editado un catálogo que recoge y amplía la documentación sobre la Orden. De él participan los comisarios de la exposición, el ex director del Museo del Prado Fernando Checa y el diplomático Joaquín Martínez-Correcher. El director de la Fundación, Miguel Ángel Aguilar, firma una introducción en la que nos habla del valor y el significado de los valores que representa la distinción. “La sociedad requiere de sacrificios de quienes la integran y que aquellos que se adelantan a prestarlos esperan legítimamente que les sean reconocidos. Que no hacerlo así es destructivo porque induce al desistimiento y a la disolución de la comunidad. Sabemos también que a partir del momento en que se consideran alcanzados los niveles profesionales, el único premio que se ambiciona, la única compensación que se quiere es la de los honores”, recuerda Miguel Ángel Aguilar.

A diferencia de Jasón y los argonautas, unidos todos en el mismo barco (de nombre Argo por su creador Argos, Dios de la guerra), los argonautas actuales de la unión, capitaneados por Merkel, prefieren que cada palo aguante su vela. El presidente de la Fundación se queja en su texto de que solo se intente reducir una clase de déficit, de que la unión fiscal solo servirá si viene acompañada de la espiritual: “Con los honores sucede como con las banderas que envuelven a los muertos en combate: son siempre las de los países a los que han servido. Esa situación genera uno de los más graves déficits que lastran, por ejemplo, a la Unión Europea, incapaz hasta ahora de honrar con una condecoración prestigiosa a quienes hayan puesto su vida en el empeño de construirla y, ni tan siquiera, de formar una compañía de soldados para que se presenten armas a los dignatarios que visitan sus sedes institucionales”.

La nave de la UE, que continúa su antiguo viaje iniciático, navega ahora errante por la tempestad de la crisis. La tripulación sufre los sacrificios, ordenados por los timoneles que la han situado en el ojo del huracán. Mientras Europa busca su Jasón (cuya etimología se relaciona con el verbo “curar”), el Toisón de Oro aguarda clavado en su árbol, custodiado por los dragones de la economía financiera, esperando algún proyecto integrador digno de ofrendas divinas. “Del Toisón se sabe poco más que el collar debe ser devuelto al rey por los deudos del condecorado, mientras se ignora cómo debe merecerse una distinción que franquea la entrada a la residencia del máximo prestigio. Esa que cada sociedad fija como elemento decisivo de su identidad, desbordando el empobrecimiento penoso que reduce todas las esferas a una sola donde solo computa la fuerza gravitatoria del dinero. Aquí se trata de buscar la gloria”, sentencia Aguilar.

La exposición permanecerá abierta hasta el 26 de febrero de 2012.

alberto sánchez medina

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